Lo cierto es que las navidades como tales no existen en China. Aquí no se celebran estas fiestas porque consideran una ofensa sin ser cristianos celebrar una fiesta puramente religiosa en la que se conmemora el nacimiento del líder de los católicos. Y en la que se supone que toda persona que celebre la navidad debe asistir a la gran misa del gallo en la noche del 24 de Diciembre. (básicamente porque las iglesias en China brillan por su ausencia)!
Si que también es cierto que en los grandes centros comerciales, se puede ver el resultado de la globalización y del consumismo y te puedes encontrar algún que otro árbol navideño o algunos elementos típicos de la sociedad estandarizada de occidente como el personaje de Santa Claus. A pesar de ello no es una fiesta popular entre los orientales y no se reúnen para celebrarla.
Las festividades que consideran importantes en China son únicamente aquellas que representan de algún modo su identidad como nación o religión. No les gusta "adoptar" tradiciones que no son significativas para ellos. La fiesta más importante para cualquier persona en China es el festival de primavera (o más conocido en occidente como el año nuevo chino).
Y es que aquí, el año nuevo varía en la fecha porque utilizan el calendario lunar, los meses los cuentan como "lunas" y cuando terminan 12 ciclos lunares (nueva, creciente, llena, menguante) se celebra el año nuevo. Cada año la tierra tiene una posición diferente y esta posición se repetirá al cabo de 12 años, de ahí la relación con el horóscopo y su cambio con el nuevo año.
Las celebraciones del festival de primavera duran una semana, en la que toda China se viste de fiesta, pirotecnia y música. Personalmente me considero una afortunada de poder ver y vivir esta entrada al año nuevo que en esta ocasión se iniciará el 22 de Enero con la entrada del año del Dragón.
Está más que claro que la mentalidad china para las celebraciones en general brilla por su honestidad y pureza, aunque hoy en día cada vez más se puedan ver pinceladas de la intromisión de la globalización, que a pesar de sus ventajas, también destruye tradiciones y costumbres.